jueves, 25 de octubre de 2012

Seguimos la movilidad

¡Muy buenas a todos!
Esta entrada, al igual que todas, es informativa pero, tiene algo de especial.
Como ya se sabe a estas alturas de la vida, hay quien cree en la suerte y, a lo mejor, le toca la lotería un día cualquiera; también los hay quienes creen en la mala suerte y un día se les muere su gato, pero bueno, cuestión de creencias, desde mi punto de vista, la suerte o la mala suerte no es más que achacar las culpas de algo sucedido a un simple término o palabra, en este caso, la suerte.
Yo lo llamo de otra manera: a la mala suerte si, por ejemplo, te ocurre algo, no eres un desdichado ni un gafe y, menos, un desgraciado, simplemente estabas donde no tenías que estar en un momento en el que no deberías estar. O viceversa, la suerte, estar justamente en el lugar y el momento apropiado. Bueno amigos, con esto quería comunicaros que un viernes,  aquí, en París, yo no estuve ni en el lugar ni en el momento apropiados ese día.
Os cuento.
Estábamos los tres amigos: Juanjo, Alberto y yo. Al finalizar las clases, nos fuimos a dar una vuelta por el parque que está  al lado de la casa de Juanjo, y distraídos por la charla entre colegas, risas, en fin, tuve la desgracia de resbalar con mi pie derecho al pisar una "gloriosa" caca de perro, cayendo así mis posaderas encima de mi mano derecha con los dedos de por medio contra el suelo. Cuando me levanté del suelo (rápidamente), sentí que me dolía bastante la mano. Llamé a Juanjo y Alberto y, en ese mismo momento, sentí que empezaba a marearme. Fuimos a casa de Juanjo donde su madre francesa me puso hielo y nos dirigimos de inmediato al hospital donde ya me estaba esperando mi padre francés, Yves, que acababa de recibir la noticia tras salir de una larga jornada laboral.
En el hospital me hicieron dos radiografías, me vendaron la mano y me dieron una cita para un especialista, para el día siguiente, tras una espera de 3 horas.
Aquí están las radiografías.




















Bueno, llamé e informé a mi familia española,  fuimos a la cita con el especialista, a quien no le hizo falta mirarme la mano, sólo le bastó con ver las radiografías, para darme cita para una operación, siete días después.
Nada más enterarse de la operación, mi madre ya estaba preparando la maleta para venirse aquí durante esos días, contra "mi voluntad", pero qué se le va a decir a una madre...
Y para colmo, no vino sola: llegó acompañada de mi abuela, Carmelina.
Las dos se presentaron en un taxi delante de casa, en un día de lluvia.


Desde luego, un aplauso para estas dos grandes mujeres, que se lo merecen. Mi abuela comenzó a ver el verdadero "encanto" de París cuando empezamos a desplazarnos por los metros y autobuses colapsados de personas, pero su espíritu luchador por ver a su nieto, vencía cualquier situación.

Llegó el día de la operación, parecían estar todos  más nerviosos que yo.
Cuando me llamaron y me trasladaron para la zona de intervención, ya notaba yo como me iba fallando un poquito el pulso (los nervios).
La operación salió muy bien, aunque me gustaría haberme ahorrado la parte de la anestesia... DIOS!
También me hicieron una foto al terminar la operación, yo sonreí, pero no era a mí , sino a mi mano.

Esa es mi mano en estos momentos. Como veis me han insertado dos broches transversales que unen varios dedos. Aún tengo la mano vendada, pero cada vez con menos dolor. Ya, por fin, todo ha pasado.
Despedimos al día siguiente a mi abuela y a mi madre con muy buena cara, ya que hicieron MUY buenas migas con mi familia francesa.
Todo fue sobre ruedas y agradezco todo el apoyo recibido.
Mis profesores estuvieron al loro en todo momento, y mis amigos también.
Partirse la mano en pleno intercambio podría ser un contratiempo (no niego que no lo sea) pero tampoco lo veo así. Sigo estudiando francés y haciendo mis trabajos. Y lo mejor de todo, aunque suene raro, el hecho de partirme la mano y que haya habido una intervención ha hecho que mis dos familias se conozcan en persona, se gusten, se fomente la confianza entre ambas y, lo mejor, que mi abuela conozca una de las capitales más bonitas de Europa.

Mando un abrazo muy grande a todos aquellos que me desearon ánimos y fuerzas para todo.
Y quiero dar las gracias, en particular, a la gente que me rodea, y a COMENIUS por facilitar los trámites de la operación.
Gracias.


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